Mientras Obama nos promete la retoma americana del timón mundial, Raul Castro canta en chino frente a Hu Jintao, sumándose así al cántico que ya está sacando del subdesarrollo a parte de Iberoamérica y la casi totalidad de África. ¿Alguien piensa aún que el mundo puede volver a ser lo que era? A los Estados Unidos sólo les queda intentar liderar un nuevo mundo multilateral (en el que se han acabado políticas militaristas unilaterales como las de Irak, Chile, Cuba, etc) o perder por las malas su liderazgo mundial en favor de China, que tiene mucho para ofrecer y, de momento, poco que exigir. Y es que la libre competencia global ha llegado a la política internacional.
Me encantan los pronósticos, así que haré dos más: 1) En pocos meses veremos más y más líderes de países subdesarrollados cantar en chino, bien alto; y 2) En el mismo tiempo la política de EEUU respecto a Cuba va a girar 180 grados.
1934, 1984, 2017. De nou sota una disfressa revolucionària, l'oligarquia catalana ens l'ha tornat a colar
2008-11-20
2008-11-19
El futuro politico tras el 11M
La generación de españoles que dentro de 10 años tomará el relevo en la toma de decisiones protagonizó uno de los procesos más interesantes de la historia moderna española: La reacción popular frente al engaño gubernamental tras los atentados del 11M en Madrid.
Durante los días 11 al 14 de Marzo de 2004, los españoles vieron como su propio presidente ocultaba la autoría del mayor atentado terrorista de Europa, engañaba meticulosamente a medios de comunicación nacionales y extranjeros y usaba su red de embajadores para propagar su mentira. Como consecuencia, la política española y España en su conjunto sufrieron el mayor desprestigio internacional desde el golpe de 1981. Pero el fenómeno dejo claras también dos cosas: 1) el engaño a la población tiene límites; y 2) la revolución de las comunicaciones ha incrementado la capacidad de reacción de la sociedad.
El gobierno derrotado en aquellas elecciones tardó exactamente 4 años, una legislatura, en asumir la enorme equivocación de intentar burlar la inteligencia del electorado a pocas horas de las urnas. Probablemente, aquel atentado pasará a la historia como el punto de inflexión en que la derecha española anclada en los principios del siglo XX empezó a mirar más allá del nacionalcatolicismo y a verse al fin en el espejo de la derecha centroeuropea. Y es bien sabido que los nacionalismos separatistas se han alimentado de esa derecha jurásica que ahora se metamorfosea. A ellos les toca ahora poner las barbas en remojo; ¡los retos han cambiado!
Durante los días 11 al 14 de Marzo de 2004, los españoles vieron como su propio presidente ocultaba la autoría del mayor atentado terrorista de Europa, engañaba meticulosamente a medios de comunicación nacionales y extranjeros y usaba su red de embajadores para propagar su mentira. Como consecuencia, la política española y España en su conjunto sufrieron el mayor desprestigio internacional desde el golpe de 1981. Pero el fenómeno dejo claras también dos cosas: 1) el engaño a la población tiene límites; y 2) la revolución de las comunicaciones ha incrementado la capacidad de reacción de la sociedad.
El gobierno derrotado en aquellas elecciones tardó exactamente 4 años, una legislatura, en asumir la enorme equivocación de intentar burlar la inteligencia del electorado a pocas horas de las urnas. Probablemente, aquel atentado pasará a la historia como el punto de inflexión en que la derecha española anclada en los principios del siglo XX empezó a mirar más allá del nacionalcatolicismo y a verse al fin en el espejo de la derecha centroeuropea. Y es bien sabido que los nacionalismos separatistas se han alimentado de esa derecha jurásica que ahora se metamorfosea. A ellos les toca ahora poner las barbas en remojo; ¡los retos han cambiado!
2008-11-08
Obama y los problemas reales
Qué envidia dan el proceso y los resultados electorales de EEUU. Hemos pasado tantas décadas, los europeos, criticando el racismo del otro lado del charco, y ahora esto!. ¿Alguien alcanza a imaginar aquí al hijo de un pakistaní en la presidencia? ¿O de primer ministro en Francia, que tiene una historia de inmigración más parecida a la de EEUU? ¿Alguien visualiza un turcoalemán en el Reichtag?
Pero no, aquí el racismo no existe. Aquí la marginación es coyuntural. Aquí lo que importa es si se quema tal bandera o si se respeta tal identidad.
Y pronto volverán las oscuras elecciones en nuestros votos su legitimidad a recobrar, blablabla. Los mismos 4 partidos que hace 20 años, protegidos por una Ley Electoral obsoleta (por haberse gestado predemocráticamente), volverán a llenarnos los periódicos de miedo a ETA, de miedo al desmembramiento de España, de odio a lo español, del hastío baladí de costumbre... Mientras, los problemas del día a día pasarán de nuevo inadvertidos en la campaña y otra vez subiremos tarde a los trenes del futuro, como el de construir una sociedad abierta y en red.
Pienso por ejemplo en el agua que sale de los grifos en Barcelona. Imbebible, pero potable. Si le explicara a un foráneo que en mi ciudad, de 3 millones de habitantes, no se puede beber el agua del grifo por repugnante, si le dijera que todo el que puede pagárselo se dedica a cargar garrafas escaleras arriba para hacerse el café, pensaría que hablo de algún país centroafricano. Pero llegan las elecciones y de esto no se habla, supongo que porque las competencias ya hace décadas que estan transferidas a la Generalitat.
Tampoco el aire de mi ciudad se puede respirar. Ni por las noches se puede dormir, porque nadie controla el nivel de ruido de las motos. Y las calles de mi ciudad son intransitables: A pie uno tiene que ir sorteando motos y mobiliario urbano, porque hay tantos carriles para el automóvil que no queda espacio para las aceras. En bici ni les cuento. En fin, normal que haya tanto coche y tanto ruido, es una gozada ir en coche comparado con la penitencia de quien se desplaza sin molestar a nadie.
En el colegio de mi hijo, que es público, sólo se enseña en un idioma oficial, el catalán, mientras que el otro parece ser ignorado o, en el mejor de los casos, tratado a un nivel similar al del inglés. En pocos años veremos el resultado de esta política linguística: generaciones de jóvenes analfabetos funcionales en esta lengua, en la que no sabrán expresarse por escrito porque nunca les habrán enseñado que sirva para algo (aparte de en casa o en el patio, claro). Como siempre, la clase media y baja pagará el pato de esa política decimonónica centrada en identidades y naciones. Sus problemas para encontrar trabajo serán el precio de la falta de sentido común en política.
La lengua catalana, como otras, necesita cierta ventaja si se quiere asegurar su desarrollo, pero eso no impide seguir el sentido común e impartir un par de asignaturas en la otra lengua, la tercera más internacional del planeta y probablemente la más usada del territorio catalán.
Las lenguas son medios abiertos, herramientas flexibles y móviles. Quien se identifica con una lengua es que carece de identidad alguna.
Para conseguir una política normal que se ocupe de problemas reales, es necesario en primer lugar suspender la partitocracia abriendo la Ley Electoral a un verdadero pluralismo político. Una responsabilidad más directa entre político y elector. Vamos, que nos dejen tachar el nombre de un tipo en las papeletas que nos da el partido, como en países de mayor tradición democrática. Sólo así se espabilarán los políticos para adaptar la administración a la era de las redes sociales.
Los ciudadanos ya hace tiempo que lo intentamos; la tecnología nos permite interaccionar horizontalmente evitando intermediarios caros y corrompibles. Pero no nos serviremos plenamente de la sociedad de redes mientras nuestros políticos sigan anclados en discursos del siglo XX y no hagan suyas las nuevas formas. Cualquiera que haya buscado algo en la web de algún ministerio sabe a qué me refiero.
Obama no ha ganado las elecciones por defender abstracciones, sino por poner su oratoria al servicio de los problemas reales y por servirse de las redes de opinión pública. ¿Encontraremos aquí nuestro Obama? Pienso que no con este sistema electoral.
Pero no, aquí el racismo no existe. Aquí la marginación es coyuntural. Aquí lo que importa es si se quema tal bandera o si se respeta tal identidad.
Y pronto volverán las oscuras elecciones en nuestros votos su legitimidad a recobrar, blablabla. Los mismos 4 partidos que hace 20 años, protegidos por una Ley Electoral obsoleta (por haberse gestado predemocráticamente), volverán a llenarnos los periódicos de miedo a ETA, de miedo al desmembramiento de España, de odio a lo español, del hastío baladí de costumbre... Mientras, los problemas del día a día pasarán de nuevo inadvertidos en la campaña y otra vez subiremos tarde a los trenes del futuro, como el de construir una sociedad abierta y en red.
Pienso por ejemplo en el agua que sale de los grifos en Barcelona. Imbebible, pero potable. Si le explicara a un foráneo que en mi ciudad, de 3 millones de habitantes, no se puede beber el agua del grifo por repugnante, si le dijera que todo el que puede pagárselo se dedica a cargar garrafas escaleras arriba para hacerse el café, pensaría que hablo de algún país centroafricano. Pero llegan las elecciones y de esto no se habla, supongo que porque las competencias ya hace décadas que estan transferidas a la Generalitat.
Tampoco el aire de mi ciudad se puede respirar. Ni por las noches se puede dormir, porque nadie controla el nivel de ruido de las motos. Y las calles de mi ciudad son intransitables: A pie uno tiene que ir sorteando motos y mobiliario urbano, porque hay tantos carriles para el automóvil que no queda espacio para las aceras. En bici ni les cuento. En fin, normal que haya tanto coche y tanto ruido, es una gozada ir en coche comparado con la penitencia de quien se desplaza sin molestar a nadie.
En el colegio de mi hijo, que es público, sólo se enseña en un idioma oficial, el catalán, mientras que el otro parece ser ignorado o, en el mejor de los casos, tratado a un nivel similar al del inglés. En pocos años veremos el resultado de esta política linguística: generaciones de jóvenes analfabetos funcionales en esta lengua, en la que no sabrán expresarse por escrito porque nunca les habrán enseñado que sirva para algo (aparte de en casa o en el patio, claro). Como siempre, la clase media y baja pagará el pato de esa política decimonónica centrada en identidades y naciones. Sus problemas para encontrar trabajo serán el precio de la falta de sentido común en política.
La lengua catalana, como otras, necesita cierta ventaja si se quiere asegurar su desarrollo, pero eso no impide seguir el sentido común e impartir un par de asignaturas en la otra lengua, la tercera más internacional del planeta y probablemente la más usada del territorio catalán.
Las lenguas son medios abiertos, herramientas flexibles y móviles. Quien se identifica con una lengua es que carece de identidad alguna.
Para conseguir una política normal que se ocupe de problemas reales, es necesario en primer lugar suspender la partitocracia abriendo la Ley Electoral a un verdadero pluralismo político. Una responsabilidad más directa entre político y elector. Vamos, que nos dejen tachar el nombre de un tipo en las papeletas que nos da el partido, como en países de mayor tradición democrática. Sólo así se espabilarán los políticos para adaptar la administración a la era de las redes sociales.
Los ciudadanos ya hace tiempo que lo intentamos; la tecnología nos permite interaccionar horizontalmente evitando intermediarios caros y corrompibles. Pero no nos serviremos plenamente de la sociedad de redes mientras nuestros políticos sigan anclados en discursos del siglo XX y no hagan suyas las nuevas formas. Cualquiera que haya buscado algo en la web de algún ministerio sabe a qué me refiero.
Obama no ha ganado las elecciones por defender abstracciones, sino por poner su oratoria al servicio de los problemas reales y por servirse de las redes de opinión pública. ¿Encontraremos aquí nuestro Obama? Pienso que no con este sistema electoral.
2008-04-20
La Ley Electoral: ¿un ciudadano, un voto?
España es una partitocracia. No escogemos presidente ni gobierno, sino partidos: no tenemos derecho a tachar con una cruz en las listas a un tipo al que consideramos un deslegitimador de la democracia, como Acebes, por ejemplo. Y nos vemos obligados a tragar con Bono, por poner otro ejemplo, si queremos que el PSOE gane como mal menor.
Por otro lado, nuestro sistema electoral impide a cualquier nuevo partido alcanzar una representación crítica que le permita competir, porque nos empuja al voto útil, osea, a escoger la opción menos mala de entre 2 o 3 partidos. ¿Cómo podemos esperar que el Partido Popular se convierta en un partido conservador y/o liberal normal mientras una posible escisión en sus filas sea inviable y sólo produzca risa a los 'barones'?. Difícilmente puede un partido aprender lección alguna del electorado si éste no puede castigarle recurriendo a partidos alternativos. Difícilmente puede un candidato del PP separarse y formar un partido razonable de derechas si sabe de antemano que su iniciativa se estampará contra la ley electoral y aunque obtenga un 5% de votos no obtendrá más que un 1% de los diputados. Difícil para los partidos mismos deshacerse de sus miembros caducos si el elector no puede tomar la papeleta y poner una X en su casilla para, por fin, acabar con su vida política.
Los números son muy fáciles de hacer:
[de Un antiguo y recurrente debate
de Francesc de Carreras en La Vanguardia]
http://www.lavanguardia.es/free/edicionimpresa/res/20080320/53447421285.html
"(...) El diputado más barato, aquel que se obtiene con el menor número de votos, ha sido en estas elecciones el del PNV [(50.500 votos)], seguido por el de Nafarroa Bai (62.000 votos). A continuación, los diputados más baratos son los del PSOE y el PP: sólo han necesitado alrededor de los 65.000 votos. A una cierta distancia, ya encontramos los demás partidos nacionalistas: CiU (75.000 votos), Coalición Canaria (82.000), ERC (98.000) y BNG (104.000). A una distancia enorme, UPyD (303.000) y, finalmente, IU-ICV, con los 481.000 votos que hemos indicado.
(...) ¿es intrínsecamente malo un sistema bipartidista? No necesariamente. Es preferible el bipartidismo a la ingobernabilidad, pensemos en la Segunda República. Grandes países como el Reino Unido y Estados Unidos siempre han sido bipartidistas. Ahora bien, en estos países los partidos funcionan de manera distinta al nuestro, estos países no son partitocracias como es el actual sistema español. El bipartidismo, en sí mismo, no es perverso. Pero el bipartidismo con un sistema de listas cerradas y bloqueadas, que es nuestro caso, en el cual el poder está en manos de los aparatos de los partidos, sí que puede llegar a un alto grado de perversidad."
Ayer (8 de Abril), en el discurso previo a su investidura, el presidente del gobierno anunció la reforma electoral para esta legislatura, pero ya estamos acostumbrados a leer esta promesa en los periódicos...
Por otro lado, nuestro sistema electoral impide a cualquier nuevo partido alcanzar una representación crítica que le permita competir, porque nos empuja al voto útil, osea, a escoger la opción menos mala de entre 2 o 3 partidos. ¿Cómo podemos esperar que el Partido Popular se convierta en un partido conservador y/o liberal normal mientras una posible escisión en sus filas sea inviable y sólo produzca risa a los 'barones'?. Difícilmente puede un partido aprender lección alguna del electorado si éste no puede castigarle recurriendo a partidos alternativos. Difícilmente puede un candidato del PP separarse y formar un partido razonable de derechas si sabe de antemano que su iniciativa se estampará contra la ley electoral y aunque obtenga un 5% de votos no obtendrá más que un 1% de los diputados. Difícil para los partidos mismos deshacerse de sus miembros caducos si el elector no puede tomar la papeleta y poner una X en su casilla para, por fin, acabar con su vida política.
Los números son muy fáciles de hacer:
[de Un antiguo y recurrente debate
de Francesc de Carreras en La Vanguardia]
http://www.lavanguardia.es/free/edicionimpresa/res/20080320/53447421285.html
"(...) El diputado más barato, aquel que se obtiene con el menor número de votos, ha sido en estas elecciones el del PNV [(50.500 votos)], seguido por el de Nafarroa Bai (62.000 votos). A continuación, los diputados más baratos son los del PSOE y el PP: sólo han necesitado alrededor de los 65.000 votos. A una cierta distancia, ya encontramos los demás partidos nacionalistas: CiU (75.000 votos), Coalición Canaria (82.000), ERC (98.000) y BNG (104.000). A una distancia enorme, UPyD (303.000) y, finalmente, IU-ICV, con los 481.000 votos que hemos indicado.
(...) ¿es intrínsecamente malo un sistema bipartidista? No necesariamente. Es preferible el bipartidismo a la ingobernabilidad, pensemos en la Segunda República. Grandes países como el Reino Unido y Estados Unidos siempre han sido bipartidistas. Ahora bien, en estos países los partidos funcionan de manera distinta al nuestro, estos países no son partitocracias como es el actual sistema español. El bipartidismo, en sí mismo, no es perverso. Pero el bipartidismo con un sistema de listas cerradas y bloqueadas, que es nuestro caso, en el cual el poder está en manos de los aparatos de los partidos, sí que puede llegar a un alto grado de perversidad."
Ayer (8 de Abril), en el discurso previo a su investidura, el presidente del gobierno anunció la reforma electoral para esta legislatura, pero ya estamos acostumbrados a leer esta promesa en los periódicos...
2008-04-04
La generación de la comunicación en red
He estado intentando comprender cuándo comenzó esto que nos ha tocado vivir y que llamamos la era de la información. Por más que leo no es fácil poner un inicio, pero he aprendido cosas:
Al parecer, uno de los avances técnicos con más impacto en la historia moderna fue el telégrafo. Hasta el desarrollo de la primera red telegráfica óptica en 1794 (que usaba señales luminosas transmitidas de colina en colina), la forma más rápida de transmitir información había sido invariable desde el Neolítico: caminando o a caballo (o, excepcionalmente, mediante una paloma mensajera).
El telégrafo, al electrificarse pocas décadas después, permitió por primera vez la telecomunicación en tiempo real. Poco después la radio permitió difundir noticias instantáneamente a toda la sociedad, pero se trataba de un sistema unidireccional entre una costosa compañía radiodifusora y un ciudadano receptor pasivo: recibir información era fácil, pero no lo era contestarla ni cuestionarla. Además, el sonido de la radio y la imagen televisiva son formatos predigitales, difíciles de reutilizar e indexar. Quizá por esto la comunicación entre radioaficionados, aunque gran promesa de la generación de entre guerras, nunca llegó a concretar la revolución que anunciaba: las palabras se las llevaba el viento.
Internet fundió en los 80 por primera vez los tres conceptos: 1) permite al individuo recibir y difundir ideas en tiempo real; 2) permite la interacción directa, la multilateralidad, la colaboración; y 3) Es un medio fundamentalmente escrito y digital, es decir, fácil de indexar y registrar. Sin necesidad de una imprenta ni un estudio, hoy, casi cualquier ciudadano en nuestro país puede fotografiar con su móvil un abuso o una fiesta y enviarlo en segundos a la nube, donde queda accesible al mundo, todo ello con un coste insignificante.
La conciencia colectiva de la generación nacida en los 70 y los 80 está tejida por blogs, por Google, la distribución P2P, las listas de correo y los Wikis. Éstos nos han permitido crecer intelectualmente bajo principios distintos a los de nuestros padres:
1) Un sujeto, al publicar ideas o noticias, se beneficia a sí mismo y beneficia a su sociedad. Significarse no es ya exponerse o arriesgarse, es lanzar una idea al mercado libre de las ideas para ver si a alguien le sirve o no.
2) Destruir una idea ajena es en general menos rentable que defender una idea alternativa. Las ideas perecen o sobreviven por su propia cuenta en ese mercado libre en red.
3) Un colectivo abierto, dotado del medio de expresión adecuado, genera un consenso que supera al de un grupo selecto de expertos. La vieja visión de que las masas son manipulables y llevan al desorden (tristemente apoyada por los dos últimos siglos de historia) está dando paso a un nuevo paradigma. En la sociedad de la información, quien se informa sabe, quien sabe actúa.
Estos 3 principios de la sociedad en red han quedado reflejados en hechos tan diversos como el éxito arrollador de Wikipedia como la enciclopedia más usada de la historia o en la reacción ciudadana a los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. La acción ya no es canalizada (ni manipulada) por corrientes fundamentalistas jerarquizadas por profesionales de la movilización, sino que individuos específicamente informados por iniciativa propia se lanzan a informar a su red (real o virtual) con la esperanza de movilizarles en la dirección que creen necesario.
Estos nuevos principios están cambiando esencialmente la sociedad, aunque ésta esporádicamente se resista de forma ingenua: el concepto de publicación o de propiedad intelectual, o de derechos de copia se diluye en un mundo en el que publicar y copiar ya no necesita de intermediarios. Los medios de comunicación tradicionales cada vez citan más a tal blog o tal enciclopedia colaborativa porque simplemente esos blogs son el verdadero canal de la noticia cuando no su misma fuente, y porque esa Wikipedia es el verdadero canal para el consenso sobre el conocimiento.
Nuestra generación (las llamadas generaciones X e Y), que durante mucho tiempo no supo con qué identificarse ni cómo definirse, no ha llevado a cabo ninguna guerra civil, ninguna "revolución de paz y amor", ni ha tenido que luchar (en España) contra una dictadura. Pasará a la historia en cambio como la generación que empezó a hacer de la masa una fuerza constructora. El mundo ha entrado en una fase nueva, la del desarrollo en red, la de la transparencia y la transversalidad. Su implantación no es una opción, porque, igual que el fenómeno globalizador de décadas anteriores (también ligado al desarrollo de las comunicaciones) responde a la naturaleza humana más profunda en combinación con avances tecnológicos ya irreversibles. La cuestión no es si nuestra sociedad también se estructurará en red en el futuro o no. La cuestión es cuánto tardaremos en subirnos a ese tren.
Típica torre de telégrafo óptico. Requena, Torre Nº 24-V4 (fuente) |
El telégrafo, al electrificarse pocas décadas después, permitió por primera vez la telecomunicación en tiempo real. Poco después la radio permitió difundir noticias instantáneamente a toda la sociedad, pero se trataba de un sistema unidireccional entre una costosa compañía radiodifusora y un ciudadano receptor pasivo: recibir información era fácil, pero no lo era contestarla ni cuestionarla. Además, el sonido de la radio y la imagen televisiva son formatos predigitales, difíciles de reutilizar e indexar. Quizá por esto la comunicación entre radioaficionados, aunque gran promesa de la generación de entre guerras, nunca llegó a concretar la revolución que anunciaba: las palabras se las llevaba el viento.
Internet fundió en los 80 por primera vez los tres conceptos: 1) permite al individuo recibir y difundir ideas en tiempo real; 2) permite la interacción directa, la multilateralidad, la colaboración; y 3) Es un medio fundamentalmente escrito y digital, es decir, fácil de indexar y registrar. Sin necesidad de una imprenta ni un estudio, hoy, casi cualquier ciudadano en nuestro país puede fotografiar con su móvil un abuso o una fiesta y enviarlo en segundos a la nube, donde queda accesible al mundo, todo ello con un coste insignificante.
La conciencia colectiva de la generación nacida en los 70 y los 80 está tejida por blogs, por Google, la distribución P2P, las listas de correo y los Wikis. Éstos nos han permitido crecer intelectualmente bajo principios distintos a los de nuestros padres:
1) Un sujeto, al publicar ideas o noticias, se beneficia a sí mismo y beneficia a su sociedad. Significarse no es ya exponerse o arriesgarse, es lanzar una idea al mercado libre de las ideas para ver si a alguien le sirve o no.
2) Destruir una idea ajena es en general menos rentable que defender una idea alternativa. Las ideas perecen o sobreviven por su propia cuenta en ese mercado libre en red.
3) Un colectivo abierto, dotado del medio de expresión adecuado, genera un consenso que supera al de un grupo selecto de expertos. La vieja visión de que las masas son manipulables y llevan al desorden (tristemente apoyada por los dos últimos siglos de historia) está dando paso a un nuevo paradigma. En la sociedad de la información, quien se informa sabe, quien sabe actúa.
Estos 3 principios de la sociedad en red han quedado reflejados en hechos tan diversos como el éxito arrollador de Wikipedia como la enciclopedia más usada de la historia o en la reacción ciudadana a los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. La acción ya no es canalizada (ni manipulada) por corrientes fundamentalistas jerarquizadas por profesionales de la movilización, sino que individuos específicamente informados por iniciativa propia se lanzan a informar a su red (real o virtual) con la esperanza de movilizarles en la dirección que creen necesario.
Estos nuevos principios están cambiando esencialmente la sociedad, aunque ésta esporádicamente se resista de forma ingenua: el concepto de publicación o de propiedad intelectual, o de derechos de copia se diluye en un mundo en el que publicar y copiar ya no necesita de intermediarios. Los medios de comunicación tradicionales cada vez citan más a tal blog o tal enciclopedia colaborativa porque simplemente esos blogs son el verdadero canal de la noticia cuando no su misma fuente, y porque esa Wikipedia es el verdadero canal para el consenso sobre el conocimiento.
Nuestra generación (las llamadas generaciones X e Y), que durante mucho tiempo no supo con qué identificarse ni cómo definirse, no ha llevado a cabo ninguna guerra civil, ninguna "revolución de paz y amor", ni ha tenido que luchar (en España) contra una dictadura. Pasará a la historia en cambio como la generación que empezó a hacer de la masa una fuerza constructora. El mundo ha entrado en una fase nueva, la del desarrollo en red, la de la transparencia y la transversalidad. Su implantación no es una opción, porque, igual que el fenómeno globalizador de décadas anteriores (también ligado al desarrollo de las comunicaciones) responde a la naturaleza humana más profunda en combinación con avances tecnológicos ya irreversibles. La cuestión no es si nuestra sociedad también se estructurará en red en el futuro o no. La cuestión es cuánto tardaremos en subirnos a ese tren.
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