2008-04-04

La generación de la comunicación en red

He estado intentando comprender cuándo comenzó esto que nos ha tocado vivir y que llamamos la era de la información. Por más que leo no es fácil poner un inicio, pero he aprendido cosas:

Típica torre de telégrafo óptico.
Requena, Torre Nº 24-V4
(fuente)
Al parecer, uno de los avances técnicos con más impacto en la historia moderna fue el telégrafo. Hasta el desarrollo de la primera red telegráfica óptica en 1794 (que usaba señales luminosas transmitidas de colina en colina), la forma más rápida de transmitir información había sido invariable desde el Neolítico: caminando o a caballo (o, excepcionalmente, mediante una paloma mensajera).
El telégrafo, al electrificarse pocas décadas después, permitió por primera vez la telecomunicación en tiempo real. Poco después la radio permitió difundir noticias instantáneamente a toda la sociedad, pero se trataba de un sistema unidireccional entre una costosa compañía radiodifusora y un ciudadano receptor pasivo: recibir información era fácil, pero no lo era contestarla ni cuestionarla. Además, el sonido de la radio y la imagen televisiva son formatos predigitales, difíciles de reutilizar e indexar. Quizá por esto la comunicación entre radioaficionados, aunque gran promesa de la generación de entre guerras, nunca llegó a concretar la revolución que anunciaba: las palabras se las llevaba el viento.

Internet fundió en los 80 por primera vez los tres conceptos: 1) permite al individuo recibir y difundir ideas en tiempo real; 2) permite la interacción directa, la multilateralidad, la colaboración; y 3) Es un medio fundamentalmente escrito y digital, es decir, fácil de indexar y registrar. Sin necesidad de una imprenta ni un estudio, hoy, casi cualquier ciudadano en nuestro país puede fotografiar con su móvil un abuso o una fiesta y enviarlo en segundos a la nube, donde queda accesible al mundo, todo ello con un coste insignificante.

La conciencia colectiva de la generación nacida en los 70 y los 80 está tejida por blogs, por Google, la distribución P2P, las listas de correo y los Wikis. Éstos nos han permitido crecer intelectualmente bajo principios distintos a los de nuestros padres:
1) Un sujeto, al publicar ideas o noticias, se beneficia a sí mismo y beneficia a su sociedad. Significarse no es ya exponerse o arriesgarse, es lanzar una idea al mercado libre de las ideas para ver si a alguien le sirve o no.
2) Destruir una idea ajena es en general menos rentable que defender una idea alternativa. Las ideas perecen o sobreviven por su propia cuenta en ese mercado libre en red.
3) Un colectivo abierto, dotado del medio de expresión adecuado, genera un consenso que supera al de un grupo selecto de expertos. La vieja visión de que las masas son manipulables y llevan al desorden (tristemente apoyada por los dos últimos siglos de historia) está dando paso a un nuevo paradigma. En la sociedad de la información, quien se informa sabe, quien sabe actúa.

Estos 3 principios de la sociedad en red han quedado reflejados en hechos tan diversos como el éxito arrollador de Wikipedia como la enciclopedia más usada de la historia o en la reacción ciudadana a los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. La acción ya no es canalizada (ni manipulada) por corrientes fundamentalistas jerarquizadas por profesionales de la movilización, sino que individuos específicamente informados por iniciativa propia se lanzan a informar a su red (real o virtual) con la esperanza de movilizarles en la dirección que creen necesario.

Estos nuevos principios están cambiando esencialmente la sociedad, aunque ésta esporádicamente se resista de forma ingenua: el concepto de publicación o de propiedad intelectual, o de derechos de copia se diluye en un mundo en el que publicar y copiar ya no necesita de intermediarios. Los medios de comunicación tradicionales cada vez citan más a tal blog o tal enciclopedia colaborativa porque simplemente esos blogs son el verdadero canal de la noticia cuando no su misma fuente, y porque esa Wikipedia es el verdadero canal para el consenso sobre el conocimiento.

Nuestra generación (las llamadas generaciones X e Y), que durante mucho tiempo no supo con qué identificarse ni cómo definirse, no ha llevado a cabo ninguna guerra civil, ninguna "revolución de paz y amor", ni ha tenido que luchar (en España) contra una dictadura. Pasará a la historia en cambio como la generación que empezó a hacer de la masa una fuerza constructora. El mundo ha entrado en una fase nueva, la del desarrollo en red, la de la transparencia y la transversalidad. Su implantación no es una opción, porque, igual que el fenómeno globalizador de décadas anteriores (también ligado al desarrollo de las comunicaciones) responde a la naturaleza humana más profunda en combinación con avances tecnológicos ya irreversibles. La cuestión no es si nuestra sociedad también se estructurará en red en el futuro o no. La cuestión es cuánto tardaremos en subirnos a ese tren.