2019-03-05

Mecánica del Procés (I) - El plan B (o por qué el farol acabó en simulacro de golpe)

[a raíz de esteeste hilo en Twitter]
[siguiente capítulo: Mecánica del procés II]


Una cuestión que aún no me explicaba del procés era qué demonios tenían en la cabeza sus promotores en septiembre de 2017. Me explico:

Por un lado, nadie duda ya que el procés ha sido un teatro desde el primer hasta el último acto. Un simulacro con ambiciones electoralistas.
Pero por otro lado, la evidencia del farol contrasta con los eventos de octubre de 2017, que sugieren a primera vista un harakiri jurídico y político de los líderes independentistas con el evidente coste judicial que ahora se dirime.

La pregunta es: ¿Porqué si todo era un farol esos líderes no evitaron la arriesgada boutade del 27-O? ¿Qué les arrojó a este juicio por rebelión pese a que nadie en el mundo institucional se los tomaba en serio? ¿Cuál era su plan y qué falló?

Últimamente, las respuestas habituales a esta pregunta suelen girar entorno a la salud mental de Puigdemont. Es verdad que recientemente, desde Waterloo, Carles envía signos de desequilibrio trumpista. Pero creo injusto negarle una capacidad mental razonable durante 2017.

Y creo que tengo otra explicación más sencilla y verosímil, aunque será desagradable para muchas conciencias.

Ni Puigdemont ni su entorno planearon nunca negociación alguna. El plan A del núcleo procesista era provocar la activación del artículo 155 en septiembre para preparar el retorno victorioso al autonomismo (reforzado su mensaje de la España totalitaria y del victimismo nacionalista). Esto lo admiten hasta los sectores críticos del independentismo. Al fallar ese Plan A (Rajoy no aplicó el 155 tras el 7-S como deseaban), Puigdemont y su entorno tenían un Plan B que también falló y que corroboran ahora muchas fuentes: una segunda coartada para recular victorioso (la retirada no era cuestionable, todo el mundo la asumía). Pero esa reculada no llegó porque falló ese Plan B.

El Plan B era conseguir una brutal reacción policial el 1 de octubre, mucho más extrema que la que se produjo, una actuación policial con víctimas que hiciera a Europa levantarse de la silla y que les permitiera volver a la política en posición ganadora. Los socios de Puigdemont hablaban de movilización pacífica para no implicarse judicialmente. Pero sus actos empujaban hacia un escenario de confrontación violenta el 1-O que fue advertida durante el mes de septiembre por los propios Mossos.


La clave la da el que fuera secretario de comunicación de la Generalitat: "Se sabia que hi hauria càrregues el dia 1-O i en alguns entorns sobiranistes no només es donava per fet sinó que es desitjava". El mismo Colomines continuaba reivindicando la necesidad de muertos en 2018. El Govern no usó a los Mossos para evitar el referéndum fake [1][2] porque eso hubiera evitado las cargas. Puigdemont no aceptó una oferta gubernamental para hacer el referéndum fuera de los colegios, porque eso hubiera evitado las cargas.

Una tragedia para el 1-O, esa fue la gran apuesta de Puigdemont para salir ileso y victorioso de los sucesos de septiembre y convocar elecciones. Pero falló.

El Plan B era que el 'poble' recibiera mucha más leña el 1-O para que en Europa dijeran 'basta' y poder entonces presentarse a elecciones como opción conciliadora, manteniendo intacto el atávico victimismo del nacionalismo catalán.

El síndrome de Calimero era la
gran baza de Puigdemont para
terminar la anterior fase
del procés como vencedor.
Falló.
Ojo, no se trataba de negociar un pacto fiscal o un nuevo estatuto, ni mucho menos un nuevo estado. Todo eso siempre han sido fachadas del verdadero objetivo del procés: mantener a los herederos del pujolismo en el poder. Lo reconoce incluso Duran-Lleida, Mas nunca buscó una verdadera negociación. Recordad: El procés nace del corto periodo en el que CDC estuvo en la oposición y del afloramiento de la corrupción masiva en Cataluña tras el 15M de 2011, con el inicio de múltiples procesos judiciales que amenazaban a las familias más importantes del pujolismo. Y el procés da el gran salto adelante el día en que Mas pierde buena parte de su mayoría parlamentaria. El procés ha sido una demostración trágica de hasta qué punto la oligarquía catalana está dispuesta a cualquier cosa con tal de no perder el control de La Menjadora, el comedero institucional construido por Pujol padre.

Una muestra de actuación policial muy similar
a las del 1 de Octubre de 2017, pero practicada en 
este caso por los mossos contra la concentración 
pacífica en Plaza Cataluña el 27 de Mayo de 2011.

¿Pero qué falló en aquel plan? Falló el seny de la gente. Falló que sus propios feligreses fueron a votar pacíficamente tal y como les habían dicho, y que al ser la respuesta policial la habitual en la represión de manifestaciones en Cataluña, y hasta suave en comparación con lo que hubiera hecho un Sarkozy o una Merkel, la baza del victimismo perdió valor. Además, una mayor violencia el 1-O habría desmovilizado al 'poble', que se giraría hacia su líder. En cambio, el día 2, mientras las élites procesistas intentaban explotar los golpes del 1-O multiplicados por los fakenews encargados a Assange y a los apoyos rusos, las bases comenzaron a exigir hechos: 3-O, 10-O. Y a partir de ahí Puigdemont perdió el control de esos hechos: Ni sus seguidores se conformaban con elecciones ni la reculada victoriosa y victimista era ya posible. Buena parte de la cúpula de ERC se había tragado e interiorizado el farol, por ejemplo, por eso ni siquiera planearon la huída. Puigdemont intentó por todos lo medios detener los sucesos para salvarse judicialmente y mantener el liderazgo político, pero ya no fue posible, desde el 1-O ya todo caminaba solo.